Tiempo de Pascua

20.03.2011 20:05

 

Eran los días en que las plagas, enviadas por Dios, azotaban a todo el pueblo de Egipto debido a la dureza del corazón de Faraón, que se resistía a dejar libre al pueblo hebreo, por mandato directo de Dios a través de Moisés.  Por la rebeldía del líder egipcio, Dios advierte a Moisés de las indicaciones que debía transmitir para proteger a su pueblo, pues enviaría al espíritu de la muerte en contra de todos los primogénitos de los hombres y de las bestias residentes en Egipto, y esto incluía también al pueblo de Dios (Génesis 12:12).

El Señor había dicho a Jacob, en una visión, que no temiera de ir a Egipto y establecerse en esas tierras, porque allí haría de él una gran nación.  Pero también la promesa de Dios fue que haría volver a aquella gran nación; es decir, que los sacaría de esas tierras para llevarlos a la tierra prometida (Génesis 46:2-4).  Cuando hubo llegado el tiempo de su salida, el Señor habla a Moisés y lo envía ante Faraón con las órdenes directas de que tenía que dejar en libertad a su pueblo.  La dureza del corazón de Faraón provocó la ira de Dios, por lo que envió las plagas sobre Egipto como señal de su poder y de su autoridad. (Éxodo 7:5)

Hasta ese momento Faraón había estimado en poco el mandato de Dios, y continuaba negándose a obedecer.  Todas las plagas que vinieron sobre la tierra de Egipto, no habían tocado aún la persona de este hombre; pero cuando Dios anuncia, a través de Moisés, la muerte de los primogénitos, todo cambia.  Esta última plaga tocaría a Faraón, y llevaría gran dolor a su corazón (Éxodo 11:1).

Al mismo tiempo que esto sucedía, el Señor daba instrucciones a su pueblo para que seleccionaran un cordero, sin defecto, el cual debía ser inmolado (sacrificado) y su sangre tenía que ser puesta en el dintel y en los dos postes de cada puerta de las casas, para que el heridor no entrara (Éxodo 12:22-23) y así los protegería de la muerte.  Cuando Dios liberta a sus hijos también tiene el cuidado de que ningún mal venga sobre ellos.

La institución de la pascua, en el pueblo hebreo, sería el preámbulo de lo que muchos años después sucedería con nuestro Señor Jesucristo.  Él derramó su sangre por la humanidad, fue molido por nuestros pecados y como cordero fue llevado al matadero.  Isaías 53:5-7 nos describe lo anterior:

5Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros  pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.  6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.  7Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.”

La esencia del significado de la pascua, en el pueblo judío, es la libertad del cautiverio de Egipto.

Pero al celebrar nosotros la pascua, proclamamos que Jesucristo es el cordero de Dios que nos sacó de la esclavitud del pecado hacia la vida eterna.

La pascua debe ser un tiempo de reflexión de este gran acontecimiento que rasgó el velo del templo y que nos permite estar en la presencia misma del Padre del Cielo.  Un tiempo de agradecimiento a Dios por su amor y su misericordia al rescatarnos de las tinieblas y llevarnos a Su luz admirable.

Pero muchas veces somos tan obstinados, por no decir más que Faraón, que no obedecemos a  Dios que continuamente habla a nuestro corazón, para que no nos salgamos del camino que Él ha trazado para la humanidad.  El camino de obediencia que llevó a Cristo a sacrificar su vida por nosotros.  Este es un tiempo de oración y meditación.  La libertad con que Cristo nos hizo libres es para gozarnos de ese maravilloso amor de nuestro Padre celestial.   La pascua de nuestro Señor Jesucristo no puede continuar siendo una costumbre de una semana al año.  El derramamiento de su sangre en la cruz es santo, eterno, e inconmovible por los siglos de los siglos; no lo ensuciemos con tradiciones humanas participando de festejos mundanos, de largos desfiles que no tienen ni el más mínimo parecido a este gran acontecimiento divino, sembrando en el corazón de los presentes el dolor y la angustia de alguien que aún tienen clavado en una cruz.

Dice la Palabra de Dios: 1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.  2En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.  3Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.  4Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" (Juan 14:1-4). 

También dice la Palabra de Dios: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” (Números 23:19). 

El Señor no miente, y sabemos que Él está en el cielo preparando morada para todos los que le hemos aceptado como nuestro único y verdadero salvador, siendo obedientes a su palabra.  Es el Espíritu Santo de Dios que está con nosotros aquí, en la tierra, como lo dijo el mismo Señor Jesucristo: 7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.  8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.  9De pecado, por cuanto no creen en mí; 10de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.  12Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.  13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.  14El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.  15Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:7-15).

No hay y no habrá jamás ningún ser humano que pueda sustituir al representante de Dios.  El Espíritu Santo, enviado a través del Hijo de Dios, es el único vicario de Cristo en la tierra; no hay nadie más.  Por lo tanto, solamente Él es quien nos guía a toda la verdad.

Es muy importante para nuestro crecimiento espiritual que valoremos el amor de Jesús, y lo celebremos durante todo el año con cánticos de gozo y agradecimiento en nuestro corazón, compartiéndolo con todas las personas que están a nuestro alrededor.

Nuestra oración es para que el Señor, a través de su Espíritu Santo, abra nuestros ojos espirituales y nuestro entendimiento, para rechazar todas las mentiras del diablo para esta época.  Pidámosle perdón a Dios para que todas las plagas que han llegado a nuestra vida, por la dureza de nuestro corazón, sean desarraigadas en el nombre de Jesús.

Este ministerio HOREB LIBERACIÓN Y SANIDAD INTERIOR, otorga el permiso para que este material sea distribuido sabiamente. Solo les agradecemos nombrar la fuente de donde ha sido tomado.  Que el Señor les bendiga.