La rebeldía del pueblo de Dios

15.08.2010 12:22

Experimentamos un estilo de vida, en todas nuestras áreas y circunstancias, del cual no entendemos su origen, sea para bendición o para maldición.  Las relaciones con nuestra familia, pareja é hijos, podrían representar un verdadero caos o una gran bendición.  No entendemos la mayoría de las veces, por no decir que siempre es así, las razones por las cuales nuestra vida es un desastre, o contrariamente vivimos en un ambiente de bendiciones.

Me enfocaré directamente en todo lo que nos rodea y que representan maldiciones, problemas que no tienen solución alguna desde nuestras posibilidades.   Muchas veces nos preguntamos cuales serán las razones que me han llevado a tener este estilo de vida, cuales son las razones que me llevan a tener un comportamiento totalmente contrario a lo que dice la Palabra de Dios.  Nos examinamos ante un espejo, y las expresiones por lo general son: ese es el carácter que heredé de mi padre o de mi madre, mi situación económica siempre ha sido mala porque mis padres vivieron de esa manera, recuerdo que mis abuelos maternos/paternos vivían con mucho problema de adulterio, alcoholismo, brujería, odio, amargura, y yo estoy viviendo lo mismo.

Todas estas expresiones son muy comunes en aquellas personas que no conocen la Palabra de Dios, que no han nacido de nuevo, que no han abierto su corazón al Señor para que sea examinado y sean reveladas todas las cadenas de maldición, que dan origen a los problemas en que vivimos.  La Palabra de Dios es muy clara cuando dice que por falta de conocimiento perece el pueblo de Dios, el conocimiento espiritual para vencer en la batalla espiritual.

Es imprescindible que conozcamos a fondo la Palabra de Dios, porque a través de su estudio el Señor nos llevará al conocimiento de Su Verdad, la cual nos hará libres.  Somos herederos de las maldiciones y/o bendiciones de nuestros antepasados. El deseo de Dios es que conozcamos la misión que Jesucristo vino a cumplir; cada palabra, cada frase, su actitud ante sus opositores, y el carácter con que trató todas las situaciones que se le presentaron.  Su comunión directa con el Padre Celestial quien lo dirigía en cada paso que daba, y cada palabra era la misma Palabra de Dios.

Para dar inicio a este estudio sobre liberación de demonios, es sumamente importante adentrarnos en el conocimiento de la Palabra de Dios, y permitir que su Santo Espíritu sea quien nos enseñe y diriga, porque solamente Él conoce el camino por el que podemos caminar sin peligro de ser destruidos.  En la Palabra de Dios encontraremos una variedad de armas para convertirnos en verdaderos soldados del ejército de Dios.  También el Señor nos revela contra quien es nuestra lucha.  En el libro de Efesios, capítulo 6, versículos 12, se nos describe quien es nuestro enemigo, contra que tipo de fuerza estamos luchando.  Dice: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."  El Señor nos está revelando a nuestro enemigo, su condición, la forma que tiene, el lugar donde se encuentra.  No está en medio de nosotros en una forma física real, concreta, que podríamos describir con nuestros sentidos físicos.  Nuestro enemigo solamente puede ser visto, tal y cual es, en el mundo espiritual.   Para ello el Señor nos ha dado dones espirituales; que no se pueden ver físicamente, pero que son armas espirituales poderosas en Dios.  Armas espirituales para librar la batalla espiritual.  Ahora bien, así como el Señor nos describe contra quien es la batalla espiritual, así también nos da las armas espirituales que necesitamos para vencer.  Continuando en el libro de Efesios, capítulo 6, versículos 13 al 18, el Señor nos reviste de Su Armadura Espiritual: "Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.  Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espítitu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos..."

Además, de todo lo anterior el Señor nos llama a tener santidad, y para lograr la santidad tenemos que estar libres del pecado, como se menciona en Romanos 6:18: "y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia."

El salmo 106, nos habla sobre la rebeldía del pueblo cuando Dios los liberó de la esclavitud de Egipto.   Un pueblo que no se acordó de la misericordia del Padre, del amor de Dios para hacerlos libres.  Un pueblo que a pesar del poder de Dios cuidándolos, librándolos de la mano del cazador, abriendo el mar Rojo y acabando con sus enemigos, volvieron su corazón contra Dios y se revelaron queriendo hacer su propia voluntad, y no sometiéndose a los mandatos del Padre.  Tentaron a Dios, se entregaron al pecado en el desierto, a la idolatría y toda clase de aberración; no comprendieron la majestuosidad de la obra que Dios estaba realizando con todos ellos.  Fabricaron sus propios dioses, ejercieron gran presión sobre Moisés hasta lograr que el siervo de Dios se enojara, a pesar de que él se interpuso para que Dios no los destruyera.  Por causa de ellos Moisés no entró a la tierra prometida.

Un corazón rebelde, terco, ambicioso, y cruel que provocó la ira de Dios.  Se mezclaron con otros pueblos paganos, aprendiendo sus costumbres y poniendo por obra toda la idolatría sirviendo a ídolos que los llevaron a su ruina.

Pero Dios en su inmenso amor nunca olvidó su pacto con ellos. (Salmo 106).  

 

Este ministerio HOREB LIBERACIÓN Y SANIDAD INTERIOR, otorga el permiso para que este material sea distribuido sabiamente. Solo les agradecemos nombrar la fuente de donde ha sido tomado.  Que el Señor les bendiga.