La clave del éxito en tiempo de crisis

07.02.2011 11:33

 


Estamos siendo bombardeados por la palabra “Crisis” adonde quiera que vayamos, pero es una época en la que podemos aprovechar la situación para salir victoriosos.

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?  Mi socorro viene de Jehová.  Que hizo los cielos y la tierra.” (Salmo 121:1-2)

Por supuesto que todos tenemos problemas, siempre hay algo que nos inquieta en diferentes áreas de nuestra vida.  Quizás usted esté afirmando esta verdad, y dirá que ya lo ha escuchado antes.  Déjeme decirle que muchas veces, aunque nosotros lo escuchemos, se nos olvida poner toda nuestra confianza en DIOS, y recurrimos a otros antes que a nuestro Señor; es por eso que nos estamos asfixiando y nos cuesta recurrir al que todo lo puede.  No porque no creamos que Él no nos podrá ayudar, si no porque estamos viviendo en una idolatría y se nos olvida el verdadero autor de nuestras vidas.

Dios nos ha puesto aquí con un gran propósito, pero el enemigo se ha encargado de disfrazar esta verdad.  Ha enviado dardos que opacan la  palabra de Dios y necesitamos ser libres de toda esa mentira.

En el salmo anterior leímos una gran promesa y la tarea que nos compete es creer y vivir lo que dice la Santa Palabra de Dios.  Necesitamos crecer frondosos y no ser cristianos débiles y para lograrlo es preciso ejercitarnos espiritualmente; es como estar en el gimnasio en una rutina diaria de ejercicios para tener una excelente condición física.  Consideremos algunos aspectos que nos ayudarán en esta rutina espiritual:

Comunión profunda con Dios a través de la oración

“La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.” (Salmo 25:14)

No es suficiente asistir cada fin de semana a la iglesia, o ser un líder, o a lo mejor estar en un grupo familiar, etc.  Nos falta lo más importante que es la comunión íntima con nuestro Padre Celestial.  Necesitamos relacionarnos con Dios en una forma personal.  A través de la oración le conocemos mejor, nos acercamos más al trono de su gracia.

Posiblemente no hemos experimentado esa intimidad con Dios, y los más seguro es que cuando empecemos a hacerlo se nos puede hacer bien difícil, pero cuando disponemos nuestro corazón para estar a solas con Dios se creará una rutina diaria, una disciplina, y nos daremos cuenta que los minutos pasan y experimentaremos el amor del Padre, lo que nos hará crecer espiritualmente.  La oración aumenta nuestra fe, como dice el versículo 1: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿Dé donde vendrá mi socorro?”, solo en la oración podremos lograrlo.  Hablar con Dios nos llena de seguridad, nos da fortaleza y sentimos su presencia.  Él es lo que necesitamos cuando nos sentimos oprimidos, cuanto todo a nuestro alrededor nos atormenta.   Esta primera rutina cambiará radicalmente nuestras vidas.

Mayor pureza y santidad

“... acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura.” (Hebreos 10:22)

La rutina anterior definitivamente produce un cambio muy significativo en todo nuestro ser; nos interna en el campo de la pureza espiritual, lo que va a provocar un crecimiento espiritual y la libertad plena de hablar con Dios, de una manera sincera y transparente.  El enemigo nos hace sentir que no necesitamos nada de Dios, y tratará de avergonzarnos delante de aquellos que conocen nuestra vida con algunos comentarios como... menos mal que vas a la iglesia, vas a la iglesia y no miras tu conducta, etc.  Comentarios que nos desaniman porque sabemos que estamos haciendo un gran esfuerzo para acercarnos a Dios.  El desánimo nos aparta de la purificación en busca de la santidad.  Tenemos que confiar en el Señor, de que Él nos limpia de todo pecado cuando nos acercamos a su trono y le entregamos todo nuestro ser.  Recordemos siempre que nuestra lucha no es contra sangre y carne (Efesios 6:12).

Confianza

“Porque Jehová será tu confianza, y Él preservará tu pie de quedar preso.” (Proverbios 3:26)

 ¿De dónde vendrá mi socorro?  En este punto ya tenemos la confianza de tomar las decisiones correctas.  Ya estamos experimentando una relación íntima con Dios y nos dejamos guiar por su Espíritu Santo para tomar las decisiones correctas. Muchas veces creemos que podemos hacer las cosas por nosotros mismos, y nos equivocamos en el proceso, porque nos dejamos llevar por nuestras emociones, por nuestro intelecto.  Por eso es muy importante que cada vez que tengamos que tomar decisiones consultemos a Dios obedeciendo su voluntad, y confiando en que Él sabe muy bien de lo que tenemos necesidad.

Con esta rutina diaria, practicando estos tres ejercicios espirituales básicos, lograremos mejorar nuestra relación con nuestro Padre que está en los cielos y por supuesto con los que nos rodean.  Cuando oramos suceden cosas maravillosas, lo que nos lleva a iniciar un proceso de purificación y santidad, produciendo en nosotros confianza en el Señor.  Todo lo anterior son armas poderosas espirituales para derribar toda fortaleza que se interponga entre Dios y nosotros. 

ADVERTENCIA: aunque usted se encuentre adolorido espiritualmente, de igual manera como cuando los músculos se recientes de tanto ejercicio físico, no se detenga.  No deje de ejercitarse espiritualmente aunque llegue el desánimo, la ansiedad, la desesperación, etc., cosas que el enemigo tratará de poner en su mente para evitar que logre su meta.  Perseveremos “... hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.” (Isaías 32:15).

El éxito de esta rutina espiritual será que donde creíamos que no iba a crecer nada,  Dios nos levanta y daremos frutos, porque somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).  Seremos como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará (Salmo 1:3).

Podemos cultivar un corazón de oración y disfrutar de las bendiciones que vienen de una vida con propósito en el Reino de Dios.  La disciplina espiritual nos fortalece en estos tiempos de incertidumbre.  Ayudémonos, unos a otros, a conocer esta libertad y a animarnos para proseguir hacia la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:14).

Dios está esperando por cada uno de nosotros. 

Este ministerio HOREB LIBERACIÓN Y SANIDAD INTERIOR, otorga el permiso para que este material sea distribuido sabiamente. Solo les agradecemos nombrar la fuente de donde ha sido tomado.  Que el Señor les bendiga.