¿Cómo tenemos que actuar los hijos de Dios contra Satanás?

16.05.2011 10:21

En la primera parte de esta serie hablamos sobre los atributos que Dios había dado a Satanás al momento de su creación, y de los privilegios que tenía como gran querubín protector en el monte de Dios.  En la segunda sección compartimos acerca del cambio radical que sufrió al revelarse contra Dios; su condición actual fuera de la presencia de Dios y como es que está actuando en contra de la humanidad.  En la presente entrega escudriñaremos la Palabra de Dios para entender cual es nuestra posición que, como hijos de Dios, tenemos para enfrentar a Satanás y sus demonios, en el nombre de Jesús.

La Biblia nos ofrece todo un arsenal para esta batalla, pero vamos a mencionar tres versículos como la base para ubicarnos firmemente en este terreno.  El primero nos describe contra quien es la lucha y el lugar donde gobierna Satanás con sus demonios: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).  Está muy claro que la lucha no es contra nuestro prójimo, sino que toda estrategia de maldad se origina y se planifica en las regiones espirituales y es manipulada a través de demonios.

El segundo versículo nos habla de como es que vamos a vencer a Satanás: “Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4:6). Sabemos que el diablo es un espíritu, que no posee un cuerpo físico como el nuestro; tampoco tiene la capacidad para crear uno que le permita movilizarse en nuestro entorno.  Significa que físicamente no podemos enfrentarlo.

El tercero nos habla del entrenamiento que necesitamos.  Toda persona que se alista en el ejército tendrá que someterse a un entrenamiento riguroso, con el fin de adquirir las destrezas necesarias para enfrentarse a cualquier situación de peligro y salir victorioso.  De igual manera, cuando nos involucramos en la guerra espiritual el Señor nos entrena con Su Palabra: 3Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 4porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas...” (2 Corintios 10:3-4).

Solamente con el poder del nombre de Jesús y a través de Su preciosa sangre, derramada en la cruz del Calvario, es que podremos vencer a Satanás.  No hay otra forma de lograrlo.  Cuando nuestro Señor murió en la cruz el diablo fue derrotado: “...y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:15).  Esto no se trata de quien es más fuerte físicamente, o quien es el más intelectual; podríamos reunir toda la sabiduría humana y aún así no venceremos, porque el poder del Padre derribará todo argumento y toda altivez que se levante contra el conocimiento de Dios, y llevará cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:5), porque es con su Santo Espíritu que venceremos.

La influencia demoníaca es una de las principales armas que utiliza Satanás.  La persona no tiene que estar necesariamente poseída para que el diablo ejerza control sobre su vida.  La influencia del enemigo viene a través de tentaciones muy sutiles, por lo que el ser humano no entiende o no quiere entender que es el enemigo quien lo está llevando por caminos de perdición.

Dos armas poderosas que podemos utilizar para vencer en el nombre de Jesús:

1.    La Palabra de Dios (el Evangelio).

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...” (Romanos 1:16).

La Palabra nos habla de lo que Dios ya hizo por nosotros y que creemos por fe.  Creer en la Santa Palabra de Dios significa la derrota del diablo y la victoria que Cristo nos da como hijos de Dios.  El Señor nos invita a escudriñar las escrituras: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí...” (Juan 5:39).  Al estudiar la Biblia, nuestro Padre, a través de su Espíritu Santo, nos va a enseñar todo lo que necesitamos: “Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.” (Isaías 48:17).

Cuando Jesús fue tentado en el desierto, venció a Satanás con la Palabra de Dios.  En tres ocasiones la respuesta de Jesús fue: “... escrito está...” (Mateo 4:1-11).  Lo que hizo el Señor fue utilizar la Palabra para enfrentar al enemigo.  Él, como Dios mismo manifestado en la tierra, pudo haber destruido a Satanás en ese momento, pero su enseñanza es que a través del uso correcto de las Escrituras podemos vencer tal y como lo hizo. Dios es el mismo de ayer, de hoy y de siempre, por los siglos de los siglos. 

La Palabra de Dios es poder vivo, es real.  Pero depende de nosotros, no de Dios, el conocerla para armarnos contra la asechanza y la tentación del diablo.  Muchos son los versículos que nos hablan del poder de la Palabra de Dios, de confianza en el Señor, de protección.  Algunos de ellos son:

1Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?  2Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.  3Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.  4Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.  5Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto.  6Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.” (Salmo 27:1-6).

“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:13).

17Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:17-18).

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. (1Juan 4:4).

También la Palabra de Dios nos habla de lo que tenemos que hacer para ser conformes al corazón de Dios y así cumplir Su voluntad:

23En cuanto a la manera pasada de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 25Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad, cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo. 27ni deis lugar al diablo. 28El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4: 22-32 y hasta 6:9).

Podríamos hacer una gran lista de citas bíblicas; pero esa labor le corresponde a usted, si realmente desea someterse al entrenamiento que solo el Espíritu Santo da cuando escudriñamos las Escrituras.

2.    La autoridad del Hijo de Dios.

El mismo Señor Jesús dejó muy claro: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” (Mateo 28:18).

Esto significa que el poder del Padre Celestial fue transferido a su Hijo Amado para ejercer Su autoridad sobre toda la creación.  Por lo tanto, no tenemos ninguna otra fuente de donde podamos obtener el poder y la autoridad en contra de Satanás.  Porque Jesucristo vino al mundo para deshacer las obras del diablo (1Juan:3:8), y para enseñarnos como hacerlo.

Cuando Jesucristo llega a nuestra vida como el único y verdadero salvador, nos da autoridad sobre los espíritus inmundos, para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia (Mateo 10:1).  Por esta razón nuestra fe tiene que estar fundada en el poder de Dios (1Corintios 2:5) y no en la sabiduría humana, de lo contrario el fracaso vendría irremediablemente y no podríamos hacer nada para evitarlo.  Es en el poder de nuestro Señor que tenemos que actuar y esto por medio de la fe, con la confianza de que Él responderá en el momento correcto.  Dios nunca llega tarde.

Por eso cuando te sientas desanimado-a, cansado-a, o con temores a lo que vendrá, solo recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13).

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2Timoteo 1:7).

Para finalizar, los dejamos con este hermoso versículo que resume todo lo anterior:

Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” (1Pedro 4:11).

 

Escudriñando la Palabra de Dios

"He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará". (Lucas 10:19).

"Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios." (Lucas 22:69).

"... pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo..." (Hechos 1:8).

"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo". (2 Corintios 12:9).

"Porque aunque fue crucificado en debililidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros". (2 Corintios 13:4).

 

Parte 1-3  Conociendo a Satanás

Parte 2-3  ¿Cómo actúa Satanás en nuestras vidas?

Parte 3-3  ¿Cómo tenemos que actuar los hijos de Dios contra Satanás?

 

Este ministerio HOREB LIBERACIÓN Y SANIDAD INTERIOR, otorga el permiso para que este material sea distribuido sabiamente. Solo les agradecemos nombrar la fuente de donde ha sido tomado.  Que el Señor les bendiga.